Prólogo para una historia

 Seguramente nos ocurre lo mismo a todos los que nos dedicamos en mayor o menor medida a escribir, lo hacemos porque no nos queda otra. 
Mientras vivimos la vida cotidiana las palabras desfilan por nuestra cabeza intentando salir. A veces llegan repentinamente, tanto que asusta, y otras sin embargo se vuelven esquivas, cuánto más las buscamos, más nos rehuyen ellas.
Todo comienza con una idea, una fotografía en blanco y negro, un nombre de un antepasado, un recuerdo, una canción, cualquier estímulo que despierte una emoción. Porque escribir es emocionarse para después emocionar. 


Sucede también que mientras intentamos construir una historia, otra puede estar escribiendose delante de nosotros sin darnos cuenta. Y en esas estoy últimamente. 
Intento encajar las piezas del puzzle mental que me persigue hace tiempo, a todas horas, y que ojalá algún día pueda llegar a completar, y al mismo tiempo otro relato va tomando forma. Casi sin permiso, sin aviso, con vida propia. 


No sé si llegará a convertirse en algo, aunque confesaré que tengo hasta título, pero hoy he decidido compartir este prólogo que he escrito. 
Espero que os guste y el tiempo dirá si sigue adelante o no, gracias por leerme 🤗



Prólogo para una historia 

Llegué a la villa una mañana de enero, la mañana del siete para ser exactos, era lunes y festivo, por haber caído en domingo el día de Reyes. Las calles estaban vacías. 
Hacía mucho frío y llovía como solo en el norte suele llover, con ese calabobos que en un momento te pone pingando. No me importó, siempre me ha gustado la lluvia, la lluvia suele regalarme palabras. 
Me dirigí a la buhardilla con la maleta en una mano y el portátil en la otra, por primera vez en mi vida no llevaba paraguas y acabé calada hasta los huesos. 
Lo primero que vi al entrar fue un estupendo ventanal al fondo del pasillo, desde allí podía verse el río y también el puente del ferrocarril. Pensé que aquel podría ser el escenario perfecto para una historia pero nunca imaginé cuánto. 
Me llamo Violeta.





 
¿Continuará?



María José 

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