Buscando la alegría

Cómo me gustaría hoy empezar esta publicación afirmando que durante los últimos quince días he escrito mucho, pero no ha sido así.
Eso sería mentir, y la mentira no va conmigo. Será porque soy agua y como dice Manuel Vilas en su libro, Alegría, donde hay agua sigue habiendo naturaleza, sigue habiendo verdad.
Donde hay agua no puede haber mentira.
Así lo piensa él y yo lo comparto.


Quince días en la vida no son en principio mucho tiempo, y sin embargo, pueden pasar tantas cosas aparentemente pequeñas.


Lo que más he hecho en estos días ha sido vivir, nada menos.
Y buscar sin descanso la alegría.


Será porque estoy leyendo el libro de Vilas y me identifico tanto con sus pensamientos.
La alegría nos acompaña todos los días, de distintas formas, solamente tenemos que mirar con el corazón.
Está presente en la belleza cotidiana.


La veo todas las tardes cuando mi gato duerme la siesta.





La veo cada vez que salgo a caminar por mi pequeño puerto.






La he visto en estos días de fin de curso, en mis hijas, que van emprendiendo el camino hacia la vida adulta. Cada una a su ritmo, cada una a su manera.


Hoy mismo, cuando regresaba a casa, después de llevar a una de ellas a realizar los temidos exámenes que dan paso a una nueva etapa de la vida, he visto y oído la alegría. 
Me he detenido para hacer la compra y al bajar del coche lo primero que he oído ha sido música de acordeón. 
A la puerta del supermercado un hombre tocaba la canción Cielito lindo, a cambio de unas monedas, y entonces he pensado que allí estaba la alegría. A pesar de todo.
El hombre me sonrió al entrar y su música alegró mi corazón. 
Lo que más sentí es que al salir ya no estaba allí. 

Y así, sin darme cuenta, la alegría que he encontrado me ha regalado estas palabras. 

Seguiré buscando la alegría en la belleza y la belleza en la alegría. 







María José

Comentarios

Entradas populares de este blog

Palabras susurradas

Algo pasa con Sesé

Navidad de verdad