Cuando el prao de la jira se quedó dormido

Este año mi pueblo, como tantos otros, se quedará sin fiestas por lo que todos sabemos. 
No es la primera vez que la amenaza de no festejar quienes somos nos sobrevuela, y ahora un virus invisible ha conseguido que ocurra inevitablemente. 



En los últimos días, que han sido de auténtico verano en Asturias, de camino a la playa he pasado al lado del prado donde se celebra la jira. Y me detuve a contemplar lo hermoso que está. 





Para los que no sepáis que es la jira, sí, la escribimos con j, se trata de una auténtica fiesta de prao asturiana y es la encargada de poner el broche final a nuestras fiestas marineras.
Se celebra el 10 de septiembre. 
Ese día familias enteras salimos desde Puerto de Vega, vestidos de blanco y con pañoletas de colores, camino a la playa de frexulfe. Y allí pasamos el día entero, comiendo, cantando y bailando, para volver a la tarde todos juntos de nuevo al pueblo. 
Pero este año no será posible, este año el prao se quedará dormido. 



Mientras contemplaba la belleza del río, tan limpio, donde no paran de cantar las ranas y donde pude observar a dos preciosos patos nadando juntos, pensé si en el fondo será algo bueno quedarnos sin fiestas, al menos un año. Para que aprendamos una lección. 






Pensé en que quizá nos lo merecemos, porque la naturaleza necesita un respiro que no le damos y porque nosotros necesitamos valorar como se merece a los que trabajan duro para que no se pierdan las tradiciones que nos hacen ser como somos.
Nuestras raíces, nuestra identidad. 


Al final llegué a la conclusión de que todo tiene un toque poético, todo parece formar parte de un cuento. Un cuento que algún día contaremos a las generaciones venideras, con patito feo incluido y prado durmiente.
Cuando el prao de la jira se quedó dormido...


Todo esto pasó por mi cabeza la tarde del sábado pasado y volviendo a casa de la playa, a la altura de Soirana, un majestuoso ciervo cruzó velozmente los prados y la carretera.
¡ Fue totalmente mágico!
Estoy segura de que era bambi, que me llamen loca.


María José 

 

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