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Mostrando entradas de 2019

Un año para recordar

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Querido dos mil diecinueve: Va a ser difícil olvidarte. Y mira que el horóscopo ya me lo advertía, este sería un año para recordar. Pero nunca imaginé hasta que punto. Porque seamos sinceros, cuántas posibilidades puede haber de que alguien presente su primer libro y conozca ese mismo día a uno de sus escritores favoritos. Muy pocas, sobre todo si no vives en una gran ciudad. El cuatro de mayo presenté mi pequeño poemario en la feria del libro de Navia, en Asturias y el destino quiso que ese día Máximo Huerta presentara   Intimidad improvisada . Todavía a veces me parece haberlo soñado, pero no, sucedió y fue mágico. A él le debo también palabras, uno de mis poemas nació después de leer La noche soñada . Aunque en ese momento no fui consciente. He escrito un cuento para los niños del cole de mi pueblo, Puerto de Vega, que también fue el mío. Otra experiencia inolvidable. He vencido muchos miedos, he practicado padel surf por primera vez, con caída incluida al embalse donde

Navidad de verdad

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Dentro de unos días casi sin darnos cuenta una vez más será Navidad.  Una vez más los que tenemos la suerte de tener un hogar nos reuniremos a cenar, a comer. Y a cantar y a celebrar y a recordar... Volveremos a las navidades de nuestra infancia, cada uno con su propia banda sonora. La mía, como no podía ser de otra manera, con olor y sabor marinero. Intentaremos disfrutar de la familia y los amigos sin olvidar a los que ya no están y que compartieron con nosotros. Aunque su ausencia esté presente en cada momento. El sorteo de la lotería dará el pistoletazo de salida a los recuerdos. Mi madre buscando perejil en el huerto a última hora, para poner a San Pancracio. Porque ese año, todos pasaba lo mismo, sabía perfectamente en qué número acabaría el gordo. A veces acertaba, otras no, aunque luego aseguraba: - ¡ Ya lo sabía yo ! Y así se iba un veintidós de diciembre más, sin habernos tocado la lotería, o eso creíamos. Ahora sé que la lotería era estar juntas, digo juntas porq

Parar para escuchar

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Hoy no tenía pensado publicar nada porque los días del puente pasado han sido de mucho trabajo y todavía arrastro el cansancio. No es nada fácil a veces encontrar un hueco para escribir, aunque cuando no lo hago mi cabeza no para de atormentarme: - ¡Deberías estar escribiendo!- me dice la voz interior. Y para acallarla lo único que puedo hacer es obedecerla. Había decidido dejarlo para el siguiente viernes, total qué podía pasar, nadie echaría de menos mis pequeños textos. Quizá mis amigos y algún seguidor fiel. Pero como escribir es mi válvula de escape al final me ha parecido que lo mejor era hacerlo precisamente sobre eso. Sobre la importancia de parar. Porque a veces lo mejor que podemos hacer es precisamente no hacer nada. Dejarnos llevar por lo que nuestro cuerpo nos pide, de una manera u otra, siempre lo hace. Solo hay que pararse y escucharlo, atentamente, en medio de todo el ruido que nos rodea. El año se va terminado y yo siento que me he entregado tanto a tantas cosa

Vamos a escribir la Navidad

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Seis de diciembre de dos mil diecinueve, día de la constitución, comienza el puente. El mejor de todo el año cuando éramos niños, en el que la mayoría poníamos los adornos de Navidad, el día de la Inmaculada. Yo lo sigo haciendo, el ocho de diciembre, toda una tradición. No antes, aunque ahora nos bombardeen con el consumismo navideño desde octubre. Pero eso no tenga nada que ver con la verdadera Navidad. Tampoco las prisas, que lo que nos hacen precisamente es aburrirnos de ella cuando aún no ha empezado. Siempre tuve y sigo teniendo muchísimo espíritu navideño, siempre me gustó escribir la Navidad. Exceptuando algún año que como a todos me resultó un poco más difícil.  Escribir la Navidad es para mí volver a la ilusión y la inocencia que tuvimos siendo niños, a pesar de ser adultos, volver a creer en la magia de la vida. Por eso en este puente intentaré traer de vuelta a aquella niña mientras desempolvo los adornos y los recuerdos... Volveré a verme recogiendo musgo e

Reflexiones

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Mañana termina noviembre, parece que empezó ayer y se me ha pasado volando pero es que el tiempo es tan efímero. Ha sido un buen mes, he dicho adiós a mis cuarenta y cuatro y estreno mis cuarenta y cinco con toda la ilusión por seguir aprendiendo, creciendo, escribiendo... Y que las palabras me lleven a donde ahora no me puedo imaginar. En el último año he vivido y aprendido tantas cosas, algunas decepciones, como la vida misma. He cumplido un sueño que tuve desde niña, ver mi nombre en un libro, como autora. Y alcanzar ese sueño, curiosamente, me ha dado una gran lección de vida. Pero no sobre libros, sobre las personas. Algunas me han demostrado lo que yo creo, que por suerte sigue habiendo gente buena y auténtica, gente que siempre va a estar ahí, para lo bueno y  para lo malo. Otras me han enseñado todo lo que yo espero no ser nunca. Y a pesar de todo creo que seguiré siendo como soy, seguiré creyendo en las personas, confiando, apoyando a otros en sus proyectos. P

Mi querida Josephine March

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Siempre digo que si me preguntan para qué escribo diré que lo hago para llenar vacíos y vaciar temores. Escribir para vivir. Y si tuviera que decir el porqué retrocederia a la niña que fui.  Una niña que siempre amo las palabras, que siempre soñó con escribir y creció rodeada de historias.  Las historias que contaba mi madre, las que nos contaban sus amigas cuando venían a casa, las que mis hermanas y yo nos inventabamos con las nuestras. Muchas de ellas de miedo. Todo ello además siendo niña en los años ochenta, sin tener muchos juguetes, los justos. Yo nunca tuve una bicicleta, recuerdo haber aprendido a andar en la de una querida amiga. Por las calles de mi pueblo y ¡ sin frenos ! Pero así era la vida entonces, unos años en que los niños disfrutábamos de jugar en la calle a todas horas. He pasado media vida en el parque de mi pueblo, Puerto de Vega, que por aquel entonces era más bien un bosque. Cuánto nos gustaba subir a los árboles o jugar dentro de el estanque que

Relato inacabado

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Hoy os voy a compartir un relato que empecé hace bastante tiempo para un concurso literario pero que luego no continúe, por lo tanto está inacabado. Debía ser de misterio. Espero que os guste y si es así quizás lo termine en algún momento. La dama del balcón  Nadie la había visto nunca con certeza pero todos aseguraban que vivía allí, tras las cortinas. En el viejo caserón abandonado de la familia Márquez. Le llamaban la dama del balcón. Unos decían que era un fantasma, otros, el mismísimo demonio, pero la mayoría aseguraba que se trataba del espíritu de la señorita Mercedes. Que vagaba errante por la casa porque aún tenía una misión que cumplir en este mundo. Aquella tarde de verano, Sebastián y su mejor amigo Ricardo, decidieron que en cuanto el sol se ocultase entrarían en la mansión. Se morían por saber la verdad sobre la dama del balcón. Hacía más de cuarenta años que la casa permanecía cerrada, una magnífica construcción típicamente indiana. Don Alberto Márquez, el

Cuarenta y cinco noviembres

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Ocho de noviembre de mil novecientos setenta y cuatro, creo recordar según contaba mi madre, a las cuatro de la tarde nací yo. Un viernes, con el pelo rubio aunque ahora pueda parecer increíble y los ojos claros. Ocho de noviembre de dos mil diecinueve, hoy cumplo cuarenta y cinco años. Y mi pelo hace ya mucho tiempo que dejó de ser rubio. De echo tan sólo lo tuve en mis primeros años y luego pasó a ser castaño claro. Y cuando me daba el sol podía verse caoba. Con el pasar de los años se fue oscureciendo cada vez más. Aunque con dieciocho me asomaba ya un mechón blanco en el flequillo. Y ahora si no lo evitara podría estar demasiado blanca para mí edad. O no, según se mire, el pelo blanco está de moda pero de momento me resisto. Si supiera que me iba a quedar como a la fabulosa Marisa Paredes otro gallo cantaría. Llegar a los cuarenta y cinco es parecido a llegar a los cuarenta, es una edad importante, donde uno se plantea muchas cosas. Porque a partir de ahora cada año que cumpla se

Noviembre dulce

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Comienza noviembre, mi mes, el olvidado, el que a casi nadie le gusta.  Hasta mi madre lo odiaba, a pesar de que yo, su primera hija, nací en noviembre.  Seguramente porque todos lo asocian con la muerte, ya lo dice el refrán: Dichoso mes que empieza con todos los Santos y termina con San Andrés.  Pero para mí noviembre es dulce, sabe a castañas, a calabaza, a mazapán, huele a canela.  Noviembre anuncia la Navidad y nos hace recordar aún más a los que ya no están. Para que no olvidemos que la muerte forma parte de la misma vida.  Para que no nos olvidemos de vivir, por nosotros y por ellos. Nacer en noviembre es amar la lluvia, las hojas secas, las tardes rojas y amarillas, el suave vendaval, los besos en el pan. Es volver a la infancia comiendo fritos de calabaza.  Noviembre es para mí una palabra mágica que lleva N y M, V y B. Noviembre es poesía, en el suelo, en el cielo, en el mar. Cuando vuelve noviembre recuerdo a la niña que fui, ayudando a mi abuela a preparar l

Dichoso veroño

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Yo hoy tenía pensado otro título para esta publicación ya que la semana comenzó con lluvia y mucho frío, vamos lo normal si estamos en otoño. Pero como el tiempo es tan cambiante y como yo escribo de manera totalmente espontánea, sin estrategias, dejándome llevar por lo que me apetece escribir, lo he cambiado en el último momento. Pensaba titularlo: Escribiendo bajo la lluvia. Pero hoy hace un maravilloso día de otoño en Asturias, porque sí señores, el otoño es mucho más que lluvia. También en el norte, aunque intenten hacer creer que no para de llover. Y esta mañana he oído decir en televisión que para el fin de semana tendríamos veroño en el norte. Y a mí no me gusta nada esa palabra. Qué veroño ni qué ocho cuartos, simplemente lo que ocurre es que en otoño también hay días espléndidos de sol. Otra cosa es que llegue noviembre y estemos achicharrandonos. Yo no quiero que sea verano en otoño ni otoño en verano. A mí lo que me gusta es poder ir a la playa en verano con cal

Viernes que te quiero viernes

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¿ A quién no le gustan los viernes? A mí me encantan, no en vano nací un viernes. Y aunque actualmente también trabajo los fines de semana, sigue siendo mi día favorito. Y si es otoño como ahora, mejor que mejor. Por lo tanto he escogido este día para compartir mis palabras. Si nada importante lo impide todos los viernes me encontraréis por aquí. Escribiendo mi historia con un poco de azúcar, porque así la vida sabe mejor. Espero conseguirlo ya que últimamente mi frase favorita es: No me da vida. La culpa es mía porque me apunto a un bombardeo pero yo ya no sabría vivir sin escribir. ¿ Puede una ama de casa tener algo que contar ? Desde luego que sí, como poco su propia historia. No me voy a enrrollar ni quiero ser pesada ya que una de mis máximas es aquella de que menos es más, aplicable para mí a casi todo. Así que hoy os voy a contar diez cosas sobre mí: Soy un alma de otoño, quizá porque nací en noviembre.  Me gusta la lluvia y la necesito.  No podría vivir sin el mar, e

No dejes para mañana lo que puedas escribir hoy

Hace bastante tiempo que la idea de crear un blog rondaba por mi cabeza, aunque por otro lado pensaba,  Mariajo hoy casi nadie lee los blogs. Yo lo hago, me respondí a mí misma, por lo tanto alguien más lo hará. La gota que colmó el vaso fue ver hace poco en televisión una de mis películas favoritas: Julie & Julia , donde se combinan dos de las cosas que más me gustan, escribir y cocinar. Y cómo la cocina llevó a Julie a convertirse en una escritora de éxito.  He de confesar que no siempre me gustó tanto cocinar como ahora, quizá porque lo que mi madre tenía con la cocina más que una pasión era una obsesión. Pero la vida nos va llevando con sus invisibles hilos hacia donde estábamos destinados. A los dieciséis años comencé a trabajar como ayudante de cocinera, después tuve otros trabajos, huyendo precisamente de la cocina. Y ahora, apunto de cumplir cuarenta y cinco, llevo dos trabajando de cocinera. Y he descubierto que mi inspiración viene de ahí, de todas aquellas tard